Doblas las rodillas a cada golpe, lanzando lejos el puño, el sudor y las ansias.
Doblas las rodillas para no caer como cuando él te golpeaba a ti.
Rotos los dientes de la misma rabia.
- Perdona, ¿te gusta Nickelback? -preguntó una voz a mi espalda, acerca de mi camiseta.
Doblas las rodillas para no caer como cuando él te golpeaba a ti.
Rotos los dientes de la misma rabia.
- Perdona, ¿te gusta Nickelback? -preguntó una voz a mi espalda, acerca de mi camiseta.
- ¿Eh? Hola Marcos! -Corto pelo rojo, tan alto como paradójico, el tímido postadolescente del hardRock, Marcos Rubio. Si hay alguien en el sur de España que sepa de buen rock, es él.
- No te había reconocido hasta que me has hablado -reconoce, el canalla.
- ¿Entonces, tu le entras así a cualquiera? -guiño hacia mi anterior vida, la de periodista.
Marcos Rubio me ofreció una de mis mejores vivencias al traerme al Gran Mariskal, quién me concedió una entrevista sin quitarse las gafas de sol: "Como los buenos", le dije -guiñándole un ojo a Borja Sisante- y compartir cuarenta enormes minutos acerca de lo loco que está Keith Richards, de lo culto que es Marilyn Manson o de lo grandioso que es Rubio, el interlocutor que me acaba de asaltar en la cola de la panadería, para gestar festivales de rock en España.
Era un niño listo, un buen chico. Tras el cabrón de su padre, la carcel.
El bastardo ladrón no terminará nunca el instituto: en la celda, su guitarra.
- No tienes pinta de que te guste Nickelback -me inquiere, sonrie, no recuerda mi nombre.
- Ah, no? Pues me voy a verlos al unico concierto de este año! -sus ojos enormes, como mi bocaza.
- ¿Te vas a Inglaterra? Son buenos. Se han hecho enormes en America y no hay forma de que vengan a España. Llevo dos años intentando traerlos al LorcaRock... -lo escucho pletórica. Apúntame al ejército: manejo el inglés fluído, adolezco de sentido común y puedo conducir maquinaria pesada. Me pido primen para secuestrar al frontman, llevármelo a casa y fundar su harem en el sur de la mafiosa y castiza hispania.
- ¿En serio?
Tu voz viola mis oidos, vibra mi sangre, se agarra a mis visceras y te hago mío.
Ella es tu infierno, tu arma, tu batalla, tu jodida meretriz. Y cada vez que la posees te posee, y todo tu te vuelves sexo y odio, sudor y estruendo, y la redención y el infierno paren tu voz.
Y tu voz te hace mío.
- Si vienes al Lorcarock, búscame y nos tomamos algo - una barra de cuarto después.
-Y si consigues traerlos a Lorca, pídeme matrimonio -ya de espaldas, como al principio.
Me río, me alejo y oculto la sangre vibrante tras mis negras negras gafas de sol justo cuando imagino mi propia figura a contraluz en el quicio de la puerta.
Etiquetas: Amigos, Derrapes mentales, Mitos, Música
Sólo conozco a Marcos Rubio desde el otro lado de la noticia, sin más interacción que la protocolaria. Sé que no resultaría políticamente correcto traer a Astrud o a Daniel Higiénico al LorcaRocK, y entiendo que no pueda contratar a Miguel Bocamuerta, ya que está muerto.
Así que te felicito por la parte que te toca.
Un (b)eso!