Hoy no quiero estar. Aplíquese la traducción libre del verbo sajón.
Aquí estoy, no quiero.
No he dormido, no he comido, no he bebido. No quiero ser, estar o parecer.
Me pierdo entre los gritos glam de aquel que solo me encontró a mi cuando buscó un franco de fans aplaudiendo para su palco particular. Es un psicokiller que me quiere, dice. Maldito. No sabe qué cerca estuvo. No sabe cuánto tarde llega ya. Ámame y muere. Ahora solo canto, aplaudo y ya no importa, como aquella que perdonaba al de los peces de hielo on the rocks.
Me pierdo entre los gritos glam de aquel que solo me encontró a mi cuando buscó un franco de fans aplaudiendo para su palco particular. Es un psicokiller que me quiere, dice. Maldito. No sabe qué cerca estuvo. No sabe cuánto tarde llega ya. Ámame y muere. Ahora solo canto, aplaudo y ya no importa, como aquella que perdonaba al de los peces de hielo on the rocks.
Leo a Ego. Se despide, se va, se queda, se despide igualmente. Siempre me pasa igual.
Cuida a tus amigos, que vas muy a tu bola, me dice.
Se lo explico: yo no tengo amigos, tengo soldados. Los más fieles.
Vas muy a tu bola, me dice. Mi autismo escupe confeti por las orejas. Orgulloso, parece.
Un océano escondido, aunque adivinado, solo descubierto unos pocos días atrás. El océano de cuando era niña, ayer, cuando tenia el bañador lleno de arena y aún no tenía podrida la lengua. Ese, azul, verde y amarillo, ese de las tres marias, se ahora dónde se esconde. Lo dejé anoche en una parada de autobús en la Cartagho chica. Menos mal que me dejó escrito de puño y letra la ruta para volver hasta él. Bendito sea, digo.
Delia y Circo. Vetusta cuadrada. Varios nombres más que aún no sé escribir.
Yann Tiersen. C' etait ici. Nunca he estado en Japón. Hoy tampoco, que yo recuerde.
Una pared verde, una cortina roja, una lámpara de forja, un montón de películas de Jean Pierre Jeunet. No quiero estar, ni ser. Mañana quizá. Un café de ficciones con leche que no lleve leche, no es para tanto. Un gran tipo, sin duda, mi amigo Salvador.
Deme la voz, apuntador.
Mejor aplaude y vámonos.
Etiquetas: Arte Derrapes mentales, Querido Diario
Yo grabé con un boli gastado mi nombre y el suyo tras una puerta de aseo público de un bar de las Ramblas. Habíamos ganado, en fama y en vida, y nadie nos aplaudía desde un palco, y era lo suficientemente tarde como para interesar a las revistas. Justo a tiempo. Pero entonces éramos jóvenes, y ahora ya no existimos. Anhelo hacerle lo mismo a E., pero mañana lo pensaré.
Claro que has estado en Japón. Te crees que las Perseidas no cantan, y todo lo contrario. Me voy, me despido, me llevo al soldado, le escupo en la cara, me escupo yo misma, mejor me fumo el penúltimo cigarro y a la cama, que tengo que llevar el barco.
Un (b)eso...
(glam)