El día que se definió mi carácter fue aquel de hace años, cuando opté por vestirme elegantemente de negro y agarrar la linterna paranormal en lugar de las frivolidades propias de aquellas edades televisivas. Siempre quise ser como Mulder y contar con alguien como Scully. Tragedia, inteligencia, sociopatía y si, un completísimo fondo de armario de Armani.
Hoy se estrena oficialmente The X Files 2: Believe the lie... digo, no, Creer es la clave.
El título ya es mosqueante para el iniciado.
Cualquier aficionado a aquella serie de fenómenos paranormales que marcó la década de los 90 sabe que había unos cuantos emblémas míticos: The Truth is Out There, TrustNo1 y, por supuesto, la más icónica de todas ellas, la que englobaba el espíritu general de todo el fenómeno X, I Want to Believe.
Chris Carter lo sabía. La Fox lo sabía. El porqué se decidió en España cambiar semejante declaración de principios es un misterio. Un misterio de los chungos, además.
Creer es la clave es el título de un film que debió llevarse a cines allá por el 2001, dos años antes del termino de la serie, dos años antes de que su creador, Carter, se volviera el loco acumulador de pasta en que se convirtió. A nadie le venía bien rodar por las tardes, según parece. Así, los dos últimos años de la serie no existen para los muy fans y para aquellos que no las vieron por culpa de programadores satánicos, decirles que viven mejor así.
"Lo más interesante es comprobar que entre Duchovny y Anderson sigue habiendo la suficiente química como para replantearse la vuelta de la añorada serie." adn.es
The X Files tenía un marcado poder de seguimiento que abrió las puertas a las grandes series actuales. Una fotografía oscura, metálica y hierática, personajes complejos y alejados de frívolas banalidades y, claro, el miedo. El miedo a lo que oculta lo oscuro bajo la cama, la paranoia del gran hermano vigilante y ocultador, las conspiraciones políticas.
Paranoia, terror y suspense, planteado de forma inteligente y elegante.
Eso hacía grande esa serie.
Cada guionista era fácilmente reconocible por el fiel seguidor. Las grandes historias de Vince Gilligan o John Shiban y la excepcional fotografía de Kim Manners o Rob Bowman son ninguneadas y aplastadas por unos torpes Frank Spotniz y Chris Carter que no reconozco.
Una historia que no da miedo, que no es creíble, que se hunde en el hielo de donde no debería haber salido. Un ¿Ya está? generalizado y abrumador.
Claro que, por supuesto, la disfruté. Disfruté todos y cada uno de los guiños que me brindaron: toda una declaración de amor. Los lápices clavados al techo, las pipas de girasol, Samantha... Los acordes metálicos de Mark Snow y un último In Memorian para Randy Stone, director del primer casting de la serie...
Esta película debió utilizarse para cerrar un ciclo y solo me dejó medio kilo de palomitas en el estomago y un mal sabor de boca. Cualquier historia de la fanfiteca hubiera estado mejor.
Etiquetas: Cine, Expediente x, Mitos
Querida Duck,
Mientras leía tu post sonaba "My Weakness". Y nada más apropiado para definir lo que siento por mi debilidad catódica. TRISTEZA. Ayer fui al primer pase de la peli y la trama es lo más decepcionante que podrían haber escrito los titos Frank y Chris ¿6 años para esto? ¿Transexuales homicidas? ¿Curas "rompetraseros"? ¿cajas y rottweillers? De "scary" cero patatero. CSI barato, sin apenas componente paranormal.
La parte centrada en los personajes, mucho mejor. Guiños a los filos, el cameo de Carter en el pasillo, nuestros guionistas preferidos en los nombres de la agenda del móvil y la bizarra escena post-créditos. Shipperismo, el justo y bastante bueno. El beso a plena luz ha gustado por ahí, pero a mí no me convence.
Pero como stand-alone, olvidable. Amén de que la historia de que a Mulder le exoneren de su pena por colaborar con el FBI, muy traída por los pelos (recordemos que estaba condenado a muerte por un tribunal militar y con Súper-Soldados detrás de él). Bien por acordarse de William.
Tu amigo x-filo, periolisto y murcianico.