Mañana volveremos a darnos cuenta de que la gasolina va más -mucho más- cara que la sangre.
Yo no sé de fútbol ni de futbolistas. En mi planeta los deportes se juegan con balones hinchables de Nivea. Pero ya se lo decía a mi dulce Veronika el sábado, cuando volvíamos caminando de la mano de los versos de un Sabina gratuito bajo el cielo lorquino: últimamente me emociono facilmente. Pero hasta yo empiezo a atragantarme de tanta emoción.
No ví el maldito gol. Mientras se marcaba yo estaba más pendiente de un Clive Owen que le da siete vueltas al niñato que resulta ser el nuevo James Bond, el tal Craig. Pendiente de cómo Paul Giamatti le partía los pulgares, de cómo el viejo John McClane -yippi ka yei, hijos de puta!- se mea en bragas tras el golpe en 9mm que asestaron Frank Miller y Robert Rodriguez a esto del cine de pegar tiros...
Luego no tuve más remedio que ver algo de dicho partido... De ver algo. Aún no sé qué.
Ví un orangutan calvo con gafas que braceaba, seguramente por tener cerca el culo de otros monos más coloraditos.
Los otros monos: los rojos cada vez más rojos, los blancos cada vez más amarillos.
Peones, alfiles , una Torre -dicen que había más pero yo no ví ninguna- y luego el Rey y la Reina. ¿Llevaba la Reina una chapa? Si, yo llevo una chapa de Enjuto, la reina también.
Al presidente lo dejamos porque el hombre parecía fuera de lugar, como en todas partes -¿dónde estará cómodo este hombre?-...
Y hoy la nausea. Sentí lo contrario al chobinismo cuando visité Canadá, un país donde se enorgullecen de serlo, dónde cada matrícula reza un Je me souviens... Y si, me da pena que sólo seamos españoles cuando otros son peores que nosotros. Lo de siempre: no es que apostemos por nuestros buenos, es que nos alegramos de que los demás sean malos. Triste.
Igual de triste que otros muchos españoles, que hoy no pueden poner una bandera porque sus paisanos les tiran piedras...
Ibarreche -a.k.a. Mr. Spock, a.k.a Zachary Quinto- con sus consultas populares, como si de un cuestionario de la cosmopolitan se hablara. Los de Cataluña con sus cosas y los gallegos igual. Eso no me preocupa. Me preocupa que si alguien quiere apostar la bandera más grande de su patria venga un vecino y le insulte. Me preocupa que alguien piense que tanto futbol es necesario, que hacer un docudrama televisivo de la muerte de Miguel Angel Blanco es necesario, que olvidarnos de que el padre de Mari Luz sigue pidiendo justicia es necesario...
Me preocupa y me toca los cojones, como dice mejor que yo un buen amigo mío.
Pero bravo por cada lágrima patriótica que se haya caído a la calle. Bravo.
Aunque yo soy de otro planeta. Aqui jugamos con balones de Nivea y el heroe nacional no es Torres sino el culo -¿o era la culata?- de Owen. Y el que no se lo crea, que le de al play .
Qué país más absurdo, coño.
Etiquetas: Actualidad, Cine, Derrapes mentales
Este es un país que hace 70 años se mataba entre sí (un millón de muertos), o sea que para qué más...
Besos.