Están montando el circo. Otra vez. Yo diría que siempre es el mismo.
Creo que el sábado pidieron una canción en un bar para mi y acabo de darme cuenta esta mañana.
Soy alérgica a los pelos de los gatos, odio que se me queden prendidos en la ropa. Pero no puedo evitar subirme mis dos bestias pardas encima cuando surcan por su propio despiste mi punto de mira.
Primero me maullan. Un hola o dos. A veces un me alegro de verte porque tengo hambre. Luego aguantan ronroneantes un par de minutos. A partir de ahí se revuelven de mis brazos, me pegan tortas en la faz y cuando los espachurro un poco más sacan las uñas y me travisten de Scarface. No lo puedo evitar. Siempre puede que sea la última vez que los vea.
Pero luego vienen los pelos de gato.
Igual me pasa con otras tantas cosas.
Traicioné a un amigo para salvar a otro.
Me levanto ejerciendo de abogado del diablo.
Y si no sale bien me apunto con los del circo y no me vuelven a ver el pelo: de mujer barbuda celebrando el día de la depilación con laser o de la enana más alta del mundo.
Igual me pasa con otras tantas cosas.
Me amaneció en la carretera hace un par de albas mientras el sol se desperezaba después de una llantina desproporcionada. Sinatra me cantaba una y otra vez As time goes by y un arco iris como hecho por ordenador se me cruzaba por encima del asfalto, que ahora me aparecía en blanco y negro. No lo quise evitar. Lloré igual que lo había hecho el cielo un rato antes. Me abrí el pecho y grité sola, entre guturales silencios, por todo aquello que me había prohíbido durante los últimos días, los últimos años, hasta esa mañana ante una verdad que me fue revelada y que aún hoy me cuesta admitir aunque no pueda negar esta sensación de liberación tan poco común.
"Nunca te traiciones", me dijeron. Qué gracia. Es lo único por lo que puedo jurar.
Aunque luego vengan los pelos de gato.
Me pasa mucho ultimamente. Estoy demasiado sensiblona. Aquí, digo. Bueno, y allí.
De un tiempo a esta parte no puedo evitar estrujar a mis gatos más de lo normal aunque sepa que luego estaré horas quitando pelos de la ropa.
Pero merece la pena. Siempre merecerá la pena.
Etiquetas: Amigos, Derrapes mentales
En ocasiones en la vida hay que tomar decisiones que son muy duras, y escojas la opción que escojas siempre sales perdiendo, aunque si escoges siendo fiel a tus principios no lo pierdes todo.Al menos eso creo yo.