Ojalá el sentido común -social- no se me hubiera atrofiado cuando me dejé a mi misma olvidada durante mi breve periodo periodístico. De lo contrario podría escribir entradas poéticas, críticas y/o constructivas: podría razonar sobre la atrofiada Semana Santa, el hediondo proceder de las industrias farmaceúticas o el porqué de la politización del agua para regadío pero no soy tan lista ni aguda. Y además ni me importa ni me interesa.

Prefiero cerrar los ojos y liarme con la primera palabra que me caiga del cielo. Terminator o Nickelback, por ejemplo.

"Necesito tus gafas. Necesito tu ropa. Necesito tu moto."
Terminator lo tenia claro. Era guay.
Igual que Anibal Lecter: si alguien le caía mal le comía la cara a mordiscos y la escupía por encima del screenplay.
Siempre me ha molado la gente que tiene clarísimo lo que quiere.


Despues de unos cuantos días de revolcarme en mi propia idiotez y gracias a la lucidez ofrecida por la pequeña Veronika ya vuelvo a ser persona. Mentira. Nunca he sido persona. Pero ya tengo claro lo que voy a hacer. Y eso me mola, claro.

Siempre me crezco dentro de lo insensato de mi habitual forma de comportarme. Igual que un auténtico kamikace, mismamente. Varios días volcada con esos seres inocuos que a Darkie le hicieron gracia hacen que hoy quiera fugarme a Vancouver a asistir a un concierto de NickelBack... Eso y que también veo fantasmas en los informativos locales que tienen el teléfono apagado o fuera de cobertura. Otro M. cualquiera.