De todos mis zapatos, de hecho.
Hace unos meses volví a experimentar la antiquísima locura que me acompaña todas mis vidas desde el uso de mi razón respecto al único ser humano ajeno a mi y mis circunstancias. David Duchovny, un mediocre actor neoyorquino, un tipo que me ayudó a sobrellevar una adolescencia pseudogótica campestre, volvía al ataque con una nueva serie. Dicho así puede parecer tan absurdo como carente de personalidad o madurez pero insisto, mi equilibrio mental actual depende bastante del mundo que creé entorno a Duchovny en esa epoca en la que las cuchillas de afeitar sirven para otra cosa bastante más acordes del gusto de Goethe.
Recibí "Californication" como se suponía aunque la realidad es que poco me importaba ya. Años atrás quedaban las deudas de fan, ya saldadas. Pero en fín, un actor que me gusta tiene nueva serie. Veámosla.
...tic tac tic tac tic...
Me encuentro delante de la tele, viendo un rostro tan familiar como personal. Duchovny dice haber basado mucho de sí mismo en su personaje, Hank Moody, un escritor bueno de un sólo exito: "Dios os odia a todos" que se ha quedado sin inspiración y no solo no escribe sino que abusa muy mucho del alcohol y sustancias igualmente maleducantes, de la labia que tiene con las mujeres para bien humillarlas o bien tirárselas todo ello bajo el estigma tan delicioso como es la autodestrucción personal...
Espera, espera... ¿de qué me suena a mi todo eso?
Malditas las casualidades... o causalidades, como dice un filosofo eventual que yo conozco.
¿Te conozco, Hank?
Fuiste tu quién me arruinó la vida hará unos cuantos años?
Era tu alma la que yo recogía cuando llorabas borracho en el bordillo de una acera de madrugada clamando al cielo por tu mediocridad?
Eras tu quien me humilló y amó a partes iguales hasta rozar el absurdo?
Hank ¿te conozco de algo?
Crisis de identidad aparte, el Duchovny de "Californication" ha vuelto a conseguir contra mi propio pronostico inicial removerme la líbido y ahora, para colmo, también el orgullo y los cimientos de mi salud mental.
Es lo malo de haber cruzado un infierno entero de la mano de un escritor de lengua certera y ún nivel de alcohol en sangre no permitido por el sentido común.
Maldito seas, Duchovny.

Etiquetas: Derrapes mentales, Duchovny
Dios santo bendito, no sabes cómo te comprendo. Te he enlazado en mi otra casa, que la tengo más ordenada y no está pendiente de reestructuración, :)