Esto no era más que el aperitivo. Qué divertido! Me tengo que reir porque, cuando conseguí desliarme al primer gato de mi cabeza me veo llegar al segundo. Lo reconocí por el collar. El resto de gato era barro y otra cosa igual de pastosa pero bastante más desagradable. ¿Alguna vez habeis bañado a un gato en el pie de ducha? Seguro que no.
Ese día tuve una divertidísima epifania animal.
4 horas despues conseguí sacar al gato al sol para secarnos, sentados los dos en el suelo. Pero apareció mi perro y se sentó a nuestra vera. ¿Alguna vez habeis intentado sostener una conversación entre un perro imbécil y un gato mojado? Seguro que tampoco.
Lo que me recuerda algo: Veronika ¿no nos deben allí una cena?
Qué divertido! Ah, claro! Me tengo que reir y bien cuando una dulce hada me dice que, contra todo pronóstico, sufre de agujetas... Pero que alegria más perra me dió!
Es que me descojono, vamos.
Por cierto, señor Ano Nimo (me resisto a llamarle solo por su nombre de pila), hágame el favor de salir de Contracorriente alguna vez para que pueda invitarle a algo en el Cuervo. Es una orden.
Es curioso lo divertido que me parece todo cuando no me parece ser la ultima bestia sobre la faz de la tierra...
Etiquetas: Amigos, Arte Derrapes mentales
Walt Disney y sus fieles tienen la culpa: en las películas para tiernos niños (y niñas de Rajoy) los buenos siempre tienen un dulce perrito, y los malos siempre cuidan a un agresivo minino.
Pero cualquiera que conozca al precioso bebé que desde hace 5 años aguanta mis rutinas sabrá que ese gato es muuuuuuucho más inteligente que muchos seres masculinos.
Menos mal que a mi gato no le ha dado por los árboles...
Besos en campaña