En fin... un nuevo año más. Un 8, de los buenos. Este será un buen año, que yo lo sé. Ya he casado a una amiga y casaré a otra. Yo debería tener como proposito de año nuevo el casarme, geneticamente predispuesta a no aguantar a mi madre de por vida, pero sé que eso no va a pasar por una maldición que me echaron hace tiempo...
Hace muchos años, cuando yo todavia era lo suficientemente estúpida como para hacer caso a lo que me decían por la calle, una señora mayor salió de entre las sobras de un semaforo con un dedo amenazante y me espetó a bocajarro:
Hace muchos años, cuando yo todavia era lo suficientemente estúpida como para hacer caso a lo que me decían por la calle, una señora mayor salió de entre las sobras de un semaforo con un dedo amenazante y me espetó a bocajarro:
"Si comes por la calle no te casarás!"
Eso es tan cierto como el hojaldre que tenia entre los dientes aquella mañana de instituto.
Y semejante oráculo fue compensado con un "Señora, déjeme en paz".
Y semejante oráculo fue compensado con un "Señora, déjeme en paz".
Una forma bastante digna de zanjar el asunto, pero desgraciadamente el daño ya estaba hecho.
Durante aquella mañana y desde entonces no he podido evitar pensar en aquella mujer, su dedo índice y su profecía. En aquel momento no sabía en qué tipo de conocimiento ancestral y mágico se basaba la Sibila de mercadillo para señalarme a mi como la portadora de la temible maldición de las pseudovirgenes que no se casarían nunca por ir comiendo un pastel de carne por la calle.
Durante aquella mañana y desde entonces no he podido evitar pensar en aquella mujer, su dedo índice y su profecía. En aquel momento no sabía en qué tipo de conocimiento ancestral y mágico se basaba la Sibila de mercadillo para señalarme a mi como la portadora de la temible maldición de las pseudovirgenes que no se casarían nunca por ir comiendo un pastel de carne por la calle.
A dia de hoy quizá aquella mujer no me advirtió sino que me maldijo, se conoce que le pilló con el pie torcido aquella mañana y vine a ser yo quien me crucé en su camino.
Y es que nunca se sabe con quien te puedes cruzar y lo que puede hacer por ti.
Por supuesto aquella mañana me terminé el almuerzo dentro del instituto, no fuera que una teja me golpeara en la cabeza y no pudiera casarme.... Empecé a obcecarme con esa maldición... ¿Acaso dios no queria que sus hijos comieran de pie? ¿le molestaba al destino que fuera un pastel de carne lo que yo comiera? ¿se trataba de comer sentada, recostada?
Esos pensamientos me duraron bastante, no creas. A la media hora decidí enfrentarme a mi destino. Si el mal ya estaba hecho, ahora ya era libre para comer en la calle, cantar, saltar por los charcos y, por supuesto, tirarle del refajo a cuantas señoras me saltaran con el dedo amenazante hacia mi cara y mi destino pegado a ella.
Ahora canto por la calle. Esto es asi. No tengo proposito de año nuevo salvo el mismo del año pasado, y si el 7 me trae buena suerte, el 8 suele cumplir. Y mi suerte suele ser bastante más poderosa que cualquier maldición de viejas y paladines griegos que hayan podido embestirme.
Siempre lo he dicho, tengo suerte. A veces mala, otra buena.
Y viene y va, y casi siempre me pilla comiendo por la calle.
Y es que nunca se sabe con quien te puedes cruzar y lo que puede hacer por ti.
Por supuesto aquella mañana me terminé el almuerzo dentro del instituto, no fuera que una teja me golpeara en la cabeza y no pudiera casarme.... Empecé a obcecarme con esa maldición... ¿Acaso dios no queria que sus hijos comieran de pie? ¿le molestaba al destino que fuera un pastel de carne lo que yo comiera? ¿se trataba de comer sentada, recostada?
Esos pensamientos me duraron bastante, no creas. A la media hora decidí enfrentarme a mi destino. Si el mal ya estaba hecho, ahora ya era libre para comer en la calle, cantar, saltar por los charcos y, por supuesto, tirarle del refajo a cuantas señoras me saltaran con el dedo amenazante hacia mi cara y mi destino pegado a ella.
Ahora canto por la calle. Esto es asi. No tengo proposito de año nuevo salvo el mismo del año pasado, y si el 7 me trae buena suerte, el 8 suele cumplir. Y mi suerte suele ser bastante más poderosa que cualquier maldición de viejas y paladines griegos que hayan podido embestirme.
Siempre lo he dicho, tengo suerte. A veces mala, otra buena.
Y viene y va, y casi siempre me pilla comiendo por la calle.