Pobre mujer. La verdad es que esos recuadros de madera que el mundo utiliza para dejar caer una lamparita hortera y un vaso con más o menos dientes sirven en mi habitación de batalla campal de literatura (y otras cosas). De memoria, más o menos estos son los miembros de cada trinchera:
-El sello del algebrista
-El niño con el pijama de rayas
-Iacobus
-Una leyenda celta
-El significado de la noche
-Tres mangas de Full Metal Alchemist
-Cinco o seis comics de Superman
-Mi libro del instituto de Historia del Arte
-Las Metamorfosis (Ovidio)
-Uno de los dos tomos de Relatos Mitologicos Griegos
-Murphy
-Nanas de Estrellas y Luna (de una amiga mia)
-Narraciones Extraordinarias de Poe (uno de tantos, no entiendo como se le puede llamar igual a tantos recopilatorios diferentes de Poe. Hasta 12 diferentes creo que guardo ya).
-Manual del guerrero de la luz
-La Megacaja con de XF y el dvd portatil sobre ella.
-Una libreta en blanco, varios rotuladores y unos cuantos folios impresos.
Pues bien, SI, que estoy leyéndome todo eso.
Y claro, es un engorro descomunal. Por eso anoche me rematé uno de esos pequeños libritos que campan desapercibidos y pensé que era una buena victima para quitarse de enmedio... Hasta que llegué a la mitad del libro. Entonces, muertos los ojos, no podía dejar de leer y sentirme culpable por lo inapropiado de llamar soldado a ese libro: "El niño del pijama de rayas"
Este libro acabó en mis mamos como tantos otros, por algo que encendió la bombilla: el dibujo de portada, una sinopsis criptica o incluso el titulo. Hace tiempo ya leí el caramelo que resultó ser "El curioso incidente del perro a media noche" y le sumé el que su sinopsis dijera un "no diremos de qué va, es mejor que lo descubras"... Y pensé que era otra bonita historia naif de niños que conmueven y divierten. Y eso era... hasta que Bruno, el niño que cuenta esta historia, me descubría con sus 9 años como tenía que dejar su casa de Berlín porque su Padre habia sido nombrado Comandante después de que el Furias, un tipo bajito y grosero, viniera una noche a cenar. Así, Bruno paso a vivir a la casa junto a ala alambrada donde no tenía con quien jugar hasta que encontró a otro niño, Shmuel, que vivia al otro lado de la alabrada y vestia siempre un pijama de rayas.
Una historia que no irá más allá de lo efimero. No es una buena historia pero si es bonita, sobre todo por su triste e inocente final. Unas 200 páginas que se recuerdan al dia siguiente, al mes siguiente pero no al año.
Eso si, he vuelto a dejar otro libro en su lugar: El Zahir.
Mi madre me va a tirar las mesitas por la ventana.
Yo recuerdo un libro de la infancia muy bueno: Un duende a rayas, y quizá tiene algo que ver con el niño del pijama a rayas... Al menos las rayas, indiscutiblemente XDDD